AGUARDÁBAMOS la palabra. Y no llegó. No se dijo a sí misma.
Estaba allí y aquí aún muda, grávida. Ahora no sabemos si la palabra es
nosotros o éramos nosotros la palabra. Mas ni ella ni nosotros fuimos
proferidos. Nada ni nadie en esta hora adviene, pues la soledad es la
sola estancia del estar. Y nosotros aguardamos la palabra.
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