Lágrima que yo he visto brotar de tu silencio
y de tus quince años
y cayó en una tarde con un algo de hoja
desprendida de un mayo...
Yo no sé de qué pena, de qué esperanza rota,
de que nombre venía,
ni siquiera si era tu primera lágrima de mujer
o la última de niña.
Yo pasé junto a ti como pasaba el viento
y el rumor de las olas.
Nunca sabré tu nombre. Nunca sabré el pasado
de esa lágrima sola.
Ni tú sabrás tampoco que una tristeza tuya
cruzó una vez mi vida.
La noche será corta. Mañana volverás
a ser una sonrisa.
Pero quiero decir que esa lágrima tuya,
cayendo inconsolable
de tus años --tan dulces, tan amargos, tan quince--,
desbarató la tarde;
que la playa y el verde de las enredaderas
y julio y sus gaviotas
se ensombrecieron cuando, a solas con el mar,
lloraste porque todo, porque nada, por cosas.
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