En una noche oscura,
con ansias en amores inflamada,
(¡oh
dichosa ventura!)
salí sin ser notada,
estando ya mi casa
sosegada.
A oscuras y segura,
por la secreta escala disfrazada,
(¡oh
dichosa ventura!)
a oscuras y en celada,
estando ya mi casa
sosegada.
En la noche dichosa,
en secreto, que nadie me veía,
ni yo
miraba cosa,
sin otra luz ni guía
sino la que en el corazón ardía.
Aquésta me guïaba
más
cierta que la luz del mediodía,
adonde me esperaba
quien yo bien
me sabía,
en parte donde nadie parecía.
¡Oh noche que me guiaste!,
¡oh noche amable más que el
alborada!,
¡oh noche que juntaste
amado con amada,
amada en el
amado transformada!
En mi pecho florido,
que entero para él solo se guardaba,
allí quedó dormido,
y yo le regalaba,
y el ventalle de cedros aire
daba.
El aire de la almena,
cuando yo sus cabellos esparcía,
con
su mano serena
en mi cuello hería,
y todos mis sentidos suspendía.
Quedéme y olvidéme,
el rostro recliné sobre el amado,
cesó
todo, y dejéme,
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado.
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