Dos soldados se amaban tiernamente.
Grababan en las balas las iniciales de sus nombres propios
elegantemente entrelazadas
-quizá con un punto de cursilería-.
Intentaban de ese modo llevar su amor al corazón de todos los hombres,
lo que estaban logrando
con licencia de armas,
perseverancia y buena puntería.
Aprendí de esta historia
que a los hombre educados en el desprecio
hasta el amor les sirve para expresar su odio
No hay comentarios:
Publicar un comentario