TE LEVANTAS DESCALZA por la casa;
inicias tus andanzas matutinas.
Estamos en verano y ahora el suelo
a tus dos pies les sabe
igual que agua al cántaro.
Te intuyo por el túnel del pasillo,
muy blanca ante la luz de la nevera,
y más aún en el balcón, al aire
recién inaugurado de este día.
Escucho cómo cruje
la madera intentando echar raíces
a tu paso.
Regresas
a nuestra habitación, abres deprisa
la puerta, entras. Todo
el suelo te ha seguido alborotado,
en agolpada maratón de tablas.
Yo te salvo, te salvo
por poco, en el momento
último.
Y mientras te reprendo por andar
descalza por la casa
a tu cuerpo ante mí
medio desnudo
le quito esa mitad
de ropa que le sobra.
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