miércoles, 9 de enero de 2013
De "No amanece el cantor", José Ángel Valente
LENTAMENTE. Del otro lado. Yo apenas podía ahora oír tu voz.
EN MIS OJOS se agolpa repentina la luz. Como si tú, de pronto, volvieras a la vida.
SABÍAS que sólo al fin sabía yo tu nombre. No el que te perteneciera, sino el otro nombre, el más secreto, aquél al que aún pertenecías tú.
EN EL ESPEJO se borró tu imagen. No te veía cuando me miraba.
YO CREÍA QUE SABÍA un nombre tuyo para hacerte venir. No sé o no lo encuentro. Soy yo quien está muerto y ha olvidado, me digo, tu secreto.
ME PARECÍA AHORA como si quedase en suspenso el amor. Y no era eso. Tan sólo tú no volverías nunca.
NI LA PALABRA ni el silencio. Nada pudo servirme para que tú vinieras.
CUERPO DE un desconocido. Levantamiento de tu cuerpo en el atardecer anónimo. Ya no quedaba en ti señal alguna que te hiciera nuestro.
Y TU ¿de qué lado de mi alma estabas, alma, que no me socorrías?
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