domingo, 17 de febrero de 2013

Friederich Nietzsche


Y he de aprender aún a acercarme a ti con mayor modestia; demasiado impetuoso va aún hacia ti mi corazón.

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Con múltiple espejo captaba yo aun su mirada cuando su boca estaba cerrada, para que me hablaran sus ojos. Y sus ojos me hablaban, en efecto.

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No pocas veces ya he dicho adiós; conozco las horas desgarradoras de la despedida.

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La verdad es que amamos la vida, no porque estemos acostumbrados a ella, sino porque estamos acostumbrados al amor.

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En el amor siempre hay algo de locura, mas en la locura siempre hay algo de razón.

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Apenas si me vino ella más que como un abrir y cerrar de ojos divinos, como instante

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