jueves, 28 de marzo de 2013

Para que yo me llame Ángel González, Ángel González, seguido de Para que yo me llame Jorge Equis, de Cronopiodeley

Para que yo me llame Ángel González,
para que mi ser pese sobre el suelo,
fue necesario un ancho espacio
y un largo tiempo:
hombres de todo mar y toda tierra,
fértiles vientres de mujer, y cuerpos
y más cuerpos, fundiéndose incesantes
en otro cuerpo nuevo.
Solsticios y equinoccios alumbraron
con su cambiante luz, su vario cielo,
el viaje milenario de mi carne
trepando por los siglos y los huesos.
De su pasaje lento y doloroso
de su huida hasta el fin, sobreviviendo
naufragios, aferrándose
al último suspiro de los muertos,
yo no soy más que el resultado, el fruto,
lo que queda, podrido, entre los restos;
esto que veis aquí,
tan sólo esto:
un escombro tenaz, que se resiste
a su ruina, que lucha contra el viento,
que avanza por caminos que no llevan
a ningún sitio. El éxito
de todos los fracasos. La enloquecida
fuerza del desaliento...

 .......

PARA QUE YO ME LLAME JORGE EQUIS


Debieron de ser muchos, todos calvos,

nariz grande y tendencia al estrabismo.

De los tiempos primeros

del Adán y la manzana de los Equis

 yo soy lo que ha quedado:

la sombra de una sombra que se apaga

Entre las sucias manos de la tarde.

sábado, 23 de marzo de 2013

Tú, Cronopiodeley


Has muerto y has resucitado. Te creímos viva entre nosotros. Nada más erróneo.

Cuántas veces más cierta ahora que cuando te tuve a mi lado. Cuántas veces más cierta

esta noche en que la sensación de tu tacto vuelve, y tú surges de entre mis manos,

nacida de mí, para mí siempre, solamente tú; tú, al fin.

domingo, 10 de marzo de 2013

Cuarteta, Jorge Luis Borges

 

Del Diván de Almotásam el Magrebí (siglo XII).


Murieron otros, pero ello aconteció en el pasado,
que es la estación (nadie lo ignora) más propicia a la muerte.
¿Es posible que yo, súbito de Yaqub Almansur,
muera como tuvieron que morir las rosas y Aristóteles?